lunes, 8 de diciembre de 2014

Crisis de legitimidad y cultura de la legalidad.

Crisis. La palabra que nunca parece irse. Esa crisis que ha sacado a relucir otras crisis latentes que han servido como caldo de cultivo para que, los indicadores que reflejan el grado de confianza del pueblo español en las instituciones, decaigan estrepitosamente. Un factor que, en no mucho tiempo, puede llevar a la ingobernabilidad y a un sistema democrático basado en las coaliciones de partidos.

España es el país de la Unión Europea en el que más ha aumentado la percepción de corrupción. Ni siquiera en Italia ha crecido tanto. Y esto no sólo lo vemos en los partidos políticos, sino también en el Tribunal Constitucional, el Consejo General del Poder Judicial, el Parlamento o la Monarquía. El 77% de los españoles aseguran que la corrupción es parte de la cultura de los negocios y, las empresas, creen que el éxito de los negocios está en las concesiones políticas.

Sin embargo, si analizamos la corrupción en datos cuantitativos (como, por ejemplo, el número de sobornos acaecidos en los últimos meses) y no como forma de percepción ciudadana, nos encontramos con –oh, sorpresa- resultados similares a los de Alemania. Conclusión: la percepción ciudadana en España con respecto a la corrupción está disparada. ¿Por qué?

Contrario a lo que algunos piensan, no vivimos en el momento en el que más corrupción existe. De hecho, ha habido épocas peores, pero importaba menos al pueblo. ¿Cuándo ha surgido el problema? En esencia, la crisis económica ha llevado a un grado alto de desafección donde 3 de cada 4 españoles dicen no sentir que el Parlamento les representa y que los políticos no dan soluciones a sus necesidades.

Por otro lado, desde un punto de vista comunicativo, vivimos en un nuevo mundo donde la tecnología ha cambiado la sociedad, e Internet ha promovido que todo tenga que ser más transparente y participativo. Nuevas demandas requieren de nuevos discursos (pluralismo) y nuevas estrategias de comunicación. ¿Aumenta la percepción de corrupción en la opinión pública cuando aumenta el número de noticias de casos corruptos? Sí. A más información, más desconfianza. La prensa ha jugado un papel vital en esa distancia de percepción ciudadana con lo que realmente ocurre.

Todo ello lleva a efectos negativos sobre la voluntad de obedecer las leyes: si yo veo que los políticos roban, ¿por qué no lo voy a hacer yo? Existe una diferencia entre las normas sociales y las normas morales. ¿Es deber ético cumplir las leyes? En Finlandia ambos conceptos –ética y ley- están muy arraigados y conectados. No así ocurre en España: se cumplen las normas para evitar una sanción, no porque creamos que es nuestro deber.

Cuando esto pasa, cuando la relación entre deber y ley no es ético, sino social, las normas tienden a no cumplirse. Resultado de todo esto: la cultura de la legalidad cae en un profundo riesgo en todos los niveles. Y así, se asume que ciertas conductas delictivas son correctas porque entendemos que la legalidad no tiene por qué ser legítima.


En definitiva, la clave está en reformar las instituciones para que el pueblo vuelva a recuperar la confianza: transparencia, igualdad ante la ley y justicia, que se traduce en dar a cada uno lo suyo y que, quien la hace, la pague. Porque realmente, en estos momentos que vivimos, la mayor amenaza para España no son los flujos migratorios, el crimen organizado o el terrorismo yihadista. La mayor amenaza para España es la propia España.

F.D.O. Andrea Mateos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario