El Derecho es una materia que evoluciona
(¡y mucho!) a lo largo del tiempo, por lo que a priori, y ya sólo por esto la
necesidad de estudio para estar al día es algo genérico para todas las
profesiones jurídicas, y más aún, si cabe, para el abogado.
PÉREZ
LUQUE dice lo siguiente sobre los asesores fiscales: “todo aquel que sea o pretenda ser asesor fiscal y no esté dispuesto a
estudiar a diario, hará muy bien en dedicarse a otra actividad más simple y de
menos responsabilidad, antes de inducir a error a quienes puedan confiar en sus
consejos, porque el estudio es conditio sine qua non para ejercer esta
profesión.
Pero
no solamente por esto tenemos que seguir estudiando Derecho, los estudiantes al
acabar el grado tenemos que seguir
haciéndolo por muchos motivos, entre los cuales destaco:
- Hemos olvidado gran parte de lo estudiado en clase, y muchos conceptos no han “posado” del todo.
- El Derecho es muchísimo más amplio de lo que descubrimos en la carrera (hace tiempo un estudio de la CEOE llegó a calcular que en nuestro país había alrededor de 100.000 leyes, de las cuales 67.000 de carácter autonómico).
- La ley es fuente del Derecho, y además la principal, con lo cual debemos conocer la normativa de nuestra materia, ya que siendo profesionales nuestro conocimiento o desconocimiento del Derecho no sólo afectará a nuestro prestigio, sino a terceras personas.
La
gran mayoría de los profesionales del Derecho que gozan de experiencia
profesional coinciden en que lo que se
aprende en la carrera es a entender el Derecho o a hablar “su idioma”, pero
no conocen el Derecho.
¿Pero
acaso implica estudiar de memoria cientos de manuales de Derecho civil,
mercantil, administrativo…? ¡Qué va! Aunque sea necesario acudir a ellos con
cierta frecuencia, esto no es necesario, podemos
leer artículos doctrinales, partes de libros, consultar con cierta frecuencia
la jurisprudencia, asistir a seminarios… etc.
Lo
que hacemos en estos casos no es memorizar, como hacíamos en la carrera sino
que trabajamos con conceptos, recordamos
otros muchos y además interrelacionamos unos con otros, de tal manera que
nuestros conocimientos con la práctica profesional y este estudio crecen con
mucha rapidez. Además, no se trata tanto de repetir contenidos sino de manejar
ideas, relacionarlas y sobre todo aplicarlas. En definitiva, con esta
manera de estudiar adquirimos muchas competencias.
En
unos apuntes de una asignatura de deontología jurídica recuerdo que se mencionaba
que un Catedrático de medicina tenía como principio básico de su rutina el no
acostarse sin haber estudiado al menos una hora, ya que era su sistema de
mantenerse al día.
El
abogado además es un profesional que tiende a estar ocupado y muchas veces le
es difícil sacar una o dos horas de estudio (a veces, debe
trabajar hasta bastante tarde, ya sólo sea porque muchos clientes sólo podrán
hablar a última hora del día), por ello a veces está bien desconectar de la
rutina y acudir a congresos, seminarios… ya que además de refrescar nuestros
conocimientos, aprehender una materia de forma general, fijar ideas y
contrastar opiniones, podemos conocer a
otros juristas y establecer nuevas relaciones.
Finalmente,
el abogado también tiene que estudiar,
como decíamos anteriormente en relación a un caso concreto. En estos casos
hay que tener en cuenta que surgirán varios problemas, como pueden ser los
siguientes:
- Que no conozcamos suficientemente la materia, con lo cual no sepamos que es lo que hay que estudiar.
- Que los libros a los que acudimos no resuelvan el aspecto concreto que se nos plantea o no se trate justo lo que necesitamos que se trate.
- Que nos falten datos para orientarnos, porque haya mucha documentación o no la hayamos clasificado adecuadamente.
- Que la jurisprudencia que nos hace falta sea difícil de encontrar o muy concreta.
¿Cómo
podemos abordar esto? Imaginemos que un Juez de la AP tiene que conocer de un
recurso, al principio como es lógico no sabrá de inmediato cual es la solución.
Como el Derecho se basa en argumentar, es probable que lea la sentencia de
instancia y le convenza, al igual que los recursos de ambas partes. Poco a poco
con el estudio y la reflexión se irá viendo todo con más claridad, todo se irá armonizando
y tarde o temprano llegará la solución.
A modo de conclusión, el abogado tiene el deber de estudiar; por
un lado por sí mismo, y por otro por su cliente quién confía en él. Por
ello, ¡Ánimo a todos,
poco a poco es como se logran las cosas! Y animar, sobre todo, a los novatos
como yo, a quienes les queda muchísimo por aprender.
F.D.O. Jose Ignacio Herce.
F.D.O. Jose Ignacio Herce.
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